“Hay muchos abuelos abandonados por sus familias y yo me siento muy afortunada de teneros” María Teresa Bellido Gutiérrez, abuela de Zuriñe
“Nadie es viejo porque nació hace mucho tiempo o joven porque nació hace poco. Somos viejos o jóvenes en función de cómo entendemos el mundo, de la disponibilidad con la que nos dedicamos curiosos al saber, cuya conquista jamás cansa y cuyo descubrimiento jamás nos deja pasivos e insatisfechos”. Paulo Freire.
Zuriñe y su abuela María Teresa tienen una relación virtuosa, por circunstancias familiares, viven juntas desde hace 6 años. Realizan actividades, comparten gustos de lectura, conocen las amistades de la otra… Son personas con una mentalidad abierta, interrelacionan desde sus diferentes generaciones y consiguen, gracias al respeto que se profesan, una perfecta concordancia.
“Puedo contarle todo lo que me ocurre, es mi confidente, mi amiga”, explica Zuriñe.
Su abuela Mª Teresa lo tiene claro “mi nieta es mi ojo derecho”
Se siente feliz de tener a su hija y a su nieta cerca, “hay muchos abuelos abandonados por sus familias y yo me siento muy afortunada de teneros”, expone.
Zuriñe estudia Educación Social. Estos conocimientos le aportan una visión con conciencia de lo que implica la vejez activa. Actualmente, está considerando la opción de trabajar con personas ancianas para poder así ayudar a que tengan el cariño y la atención que se merecen.
Zuriñe Chueca López
Estudiante de Educación Social
Decía mi abuelo que “viejos son los trapos” que en paz descanse. La vejez se relaciona con cargas, molestias y con el no servir, al final de nuestros días. Nos olvidamos de que llegar a los últimos años de vida implica haber vivido múltiples experiencias que se convierten en sabiduría. En realidad, esas vivencias aportan una gran capacidad para comprender lo que sucede a nuestro alrededor y dar importancia a lo que de verdad la tiene.
Gracias a mi experiencia con las personas de edad avanzada en mi entorno puedo desmentir la idea de que haya algo negativo en los mayores. Aportan su conocimiento y experiencia, a mi me guían y sostienen. Mi abuela siempre ha sido tan cercana que ni noto la distancia de edad que nos separa, esto creo que es gracias a su actitud y a la visión positiva que tiene hacia la vida.
Los nietos somos uno de los grandes motores para las personas ancianas, hacemos que se mantengan informados y actualizados de los cambios sociales que se viven en la comunidad. Debemos ser pacientes con ellos, tratarles siempre con respeto, cuidarles cuando su salud sea delicada y animarles a vivir su día a día con ánimo e ilusión. A cambio, ellos siempre nos escucharán, apoyarán y guiarán, fundamentándose en su conocimiento y experiencia.
A ciertas edades, la autonomía comienza a disminuir de forma progresiva, los niveles de dependencia crecen pero no sólo a nivel físico sino también emocional. Necesitan sentirse queridos y apoyados.
Volviendo a mi abuela, ella misma dice que los meses pasan y cada día se hace más dura la vejez, “últimamente al mirarme al espejo, a medida que pasan los meses me noto más cansada la hipotensión me llena de rabia… me encanta rebosar energía y tener ganas de comerme el mundo”. A pesar de que los años puedan pesarle es una mujer que desea vivir muchos años más, compartirlos y disfrutar de ellos, “debemos mantener los lazos que nos unen a la vida, socializar y tratar de mantener aquellas amistades que durante tantos años nos han acompañado”.
Los educadores sociales debemos luchar porque, ante la existencia del envejecimiento activo, exista un cambio de mirada a ese sector que ocupa un porcentaje tan grande de nuestra sociedad, corresponder siendo tolerantes, justos y absorber todos los buenos valores que nos transmiten.
Es hora de otorgarles el respeto y el reconocimiento que merecen y por eso predico con el ejemplo, deseo un gran cambio social y soy consciente de que ese cambio debe comenzar en uno mismo. Mi madre siempre me dice “pase lo que pase siempre te querré de corazón”. Esto es lo que deseo a todas las personas, incluyendo especialmente, a las más mayores. No esperemos a que no estén para echarles de menos.