Nuestros héroes

14541Old-PeoplePadres héroes y madres, héroes del hogar. Pasamos buena parte de nuestra existencia cultivando estos estereotipos hasta que un día el padre, nuestro héroe, comienza a pensar todo el tiempo, protestar bajito y hablar de cosas que no tienen ni pie ni cabeza. O quizás es la heroína del hogar quien comienza a tener dificultades en terminar las frases y empieza a enfadarse con la asistenta.

¿Qué hicieron nuestros para envejecer de un momento a otro?

Envejecieron…

Nuestros padres envejecieron. Nadie nos había preparado para esto. Un día ellos pierden la compostura, se vuelven más vulnerables y adquieren unas manías bobas. Están cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo: ahora llego el momento de ser ellos los cuidados y mimados por nosotros. Tienen muchos kilómetros andados y saben todo, y lo que no saben lo inventan.

No hacen más planes a largo plazo, ahora se dedican a pequeñas aventuras, como comer a escondidas todo lo que el médico le prohibió.

Tienen manchas en la piel. De repente están tristes. Más no están caducos: caducos están los hijos, que rechazan aceptar el ciclo de la vida. Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no están con el control de la situación. Están frágiles y un poco olvidadizos, tienen este derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una usina. No admitimos sus flaquezas, su tristeza.

Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se equivocan con el móvil u otro cacharro electrónico, y encima no tenemos paciencia para oír por diezmilésima vez la misma historia que cuentan como si terminaran de haberla vivido.

En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la confianza de que serian indestructibles como los superhéroes. Provocamos discusiones inútiles y nos enfadamos con nuestra insistencia para que todo siga como siempre fue.

Nuestra intolerancia solo puede ser miedo. Miedo de perderlos, y miedo de perdernos, miedo de también dejar de ser lúcidos y joviales. Con nuestros enojos, solo provocamos mas tristeza a aquellos que un día solo procuraron darnos alegrías. ¿Por qué no conseguimos ser un poco de lo que ellos fueron para nosotros? ¿Cuántas veces estos héroes y heroínas estuvieron noches enteras junto a nosotros, medicando, cuidando y midiendo fiebres? Y nos enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus remedios, y al pelear con ellos, los dejamos llorando, tal cual criaturas que fuimos un día.

El tiempo nos enseña a sacar provecho de cada etapa de la vida, pero es difícil aceptar las etapas de los otros… Más aún cuando los otros fueron nuestros pilares, aquellos para los cuales siempre podíamos volver y sabíamos que estarían con sus brazos abiertos, y que ahora están dando señales de que un día irán a partir sin nosotros.

Hagamos por ellos hoy lo mejor, lo máximo que podemos, para que mañana cuando ellos ya no estén más podamos recordarlos con cariño, de sus sonrisas de alegría y no de las lagrimas de tristeza que ellos hayan derramado por causa nuestra.

Al final, nuestros héroes de ayer serán nuestros héroes eternamente